viernes, 7 de junio de 2013

Epifanías morales


Me precio de ser una mujer fuerte, aunque mi estatura y contextura diría todo lo contrario; de chiquilla me di cuenta que alzando la voz y usarla en forma contundente, me libraba de muchos maltratos de compañeras de colegio abusivas o de algún que otro patán que una encuentra en la vida algunas veces.

Mi tamaño es pequeño (1.50 m con las justas), así que cuando empecé a trabajar como profesora de secundaria en un colegio mixto y sobre todo de los últimos años, me vi obligada a sacar ese genio fuerte que cultivé desde temprano, para autoprotegerme.

Me he tenido que enfrentar a estudiantes que me doblaban el tamaño, llamarles la atención fuertemente cuando no hacían sus trabajos, he usado palabras fuertes, me he malgeniado, agrié mi carácter, me he hecho mala sangre con estudiantes irresponsables, he renegado en fin.... y a la distancia me pregunto ahora, para qué me sirvió eso. 

Hace unas semanas tuve una discusión con mi hija adolescente  muy subida de tono y de voz; fue terrible, y al final me sentí tan mal.... es así que en ese momento apareció, se hizo presente o no sé cómo explicarlo, ese momento mágico, espiritual-especial; lo cierto es que en ese momento me prometí, nunca más malgeniarme, molestarme, ni usar palabras fuertes con nadie, ni con mis hijos, ni con mis estudiantes, absolutamente con nadie, mejor dicho no es que yo decidiera no malgeniarme sino decidí, enfrentar los aspectos negativso con  una actitud completamente más tranquila y relajada.

Han pasado unas tres semanas de esa decisión y siento que mi vida va cambiando totalmente, siento que hasta la expresión de mi mirada, mi actitud, mis sentimientos; absolutamente toda yo; ha cambiado. Es tan fuerte la emoción y la decisión que tomé, que se encuentra presente en cada paso que estoy dando últimamente.

Los problemas económicos siguen, pero mi nueva actitud me está ayudando a seguir para adelante, Dios proveerá, de eso estoy totalmente convencida